Dietas saludables y Dietas no saludables

Dietas saludables y no saludables 


Dietas saludables 


son las normas de alimentación y menús que, además de servir para aportar todas las necesidades de nutrientes del cuerpo, previenen las enfermedades y conservan la salud. Al contrario, las no saludables son las que, o bien tienen déficit de algunos nutrientes, o bien excesos de otros, motivo por el que pueden perjudicar la salud. 

La alimentación saludable forma parte del “estilo de vida saludable” que comprende un conjunto de hábitos o costumbres diarias: comidas sanas, actividad física adecuada, higiene corporal, evitar conductas de riesgo, convivencia familiar y evitar tóxicos como el tabaco, el alcohol y las drogas. 

Las dietas saludables tienen que ser equilibradas, sobre todo en la proporción de los tres nutrientes que son la fuente de energía: hidratos de carbono, grasas y proteínas. Los hidratos de carbono deben cubrir aproximadamente el 55% de las calorías diarias necesarias, las grasa alrededor del 30% del total de calorías y las proteínas alrededor del 15%. 



Las dietas saludables se caracteriza por: 


• Tener lo nutrientes en la proporción adecuada, es decir, aproximadamente lo indicado en el párrafo anterior. 

• Son variadas, es decir, se consumen muchos alimentos diferentes, sobre todo naturales. 

• Incluyen siempre leche y sus derivados, pescado, legumbres, frutas, verduras y aceite de oliva. 

• No tienen exceso de grasas animales, sal, ni azúcares simples (sacarosa) Las dietas no saludables tienen: 

• Excesos de alimentos industriales o elaborados. 

• Exceso de calorías y de grasa animales. 

• Déficit de fibra vegetal y de vitaminas naturales. 




¿Qué son los hábitos alimentarios? 


Los hábitos alimentarios son las tendencias a elegir y consumir unos determinados alimentos y no otros. Los hábitos no son innatos y se van formando a lo largo de la vida. 

La característica de los hábitos alimentarios es que la mayoría de ellos se adquieren durante la infancia, durante los primeros años de la vida, consolidándose después durante la adolescencia. 

Es decir, que la mayoría de los hábitos alimentarios del adulto son costumbres que se han formado muchos años antes, motivo por lo que son tan difíciles de cambiar.


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